Pues aunque haya quien no lo crea, todos tenemos una persona dispuesta a hacer locuras por nosotros. Es cuestión de tiempo, percepción, suerte (a veces), destino (casi siempre), desmelene, valentía, quien sabe...
Lo que es seguro es que lo único que no afecta a ese sentimiento de dulce enamoramiento, sobre todo al principio, es que nos equipara a todos. No tienen edad, ni sexo, ni condición social, no importa el dinero, a veces enturbia... Nos encontramos ante un insólito caso, y es que somos todos iguales, pero iguales de verdad. Teniendo en cuenta los tiempos que corren es un consuelo saber que al menos, en lo más importante de nuestras vidas, todo el mundo está equiparado, de un rincón al otro del planeta.
Todos tenemos derecho a ser amados y somos capaces de amar, eso sí cada uno a su manera.
Sólo hay que encontrar a tu mejor gestor, alguien que te dé justo lo que necesitas, pidiéndolo o sin pedir.
No hay recetas milagrosas, ni atajos sinceros, pero sí que hay sorpresas y todos tenemos derecho, al menos, a una en nuestra vida, está escrito en el código genético, lo sé.
Así que salid, buscad, viajad, conoced, cualquier circunstancia de la vida puede convertirse en la mecha de una maravillosa bengala, o no, pues puede apagarse antes de brillar.
En fin vivid vuestras historias con emoción, porque gracias a ellas sois lo que sois.
Disfrutad de los besos
Comentarios
Publicar un comentario